jueves, 18 de marzo de 2010

DEJAR EL PORNO

Lo tengo que decir:
el rezo del rosario me resulta un suplicio. Ya el Arzobispo Fulton Sheen decía que este rezo es la oración perfecta porque toma 19 minutos , que es el tiempo máximo en el que una persona promedio puede sostener un estado de concentración continuo. La verdad es que, para algunos, el rezo del rosario puede resultar una tarea penosa. Santa Teresita de Lisieux, la pequeña flor, fue muy honesta cuando decía: “ Siento vergüenza en confesarlo, pero la recitación del rosario me cuesta más que el uso de un instrumento de penitencia. Me parece que lo hago tan mal. Por más que me esfuerce en meditar los misterios, nunca consigo fijar mi pensamiento en ellos”. Amén, hermana, a mí me pasa lo mismo…
¡Y aún así, al igual que Santa Teresita, no lo dejaría por nada!

Admito que no soy siempre perfecto en mi intención de hacerlo la prioridad del día. Muchas veces me he desplomado agotado en la cama, tarde en la noche, para darme cuenta que aún no lo he rezado. A regañadientes me deslizo de entre las sábanas en busca de las cuentas del rosario en la mesa de noche. Los siguientes 19 minutos están muy lejos de ser la oración perfecta que el Arzobispo Sheen describiera. Apenas puedo mantenerme despierto y concentrado en la meditación. Para ser honesto, no es más fácil aún si estoy despabilado. Me cuesta muchísimo la contemplación de los misterios. A lo más alcanzo a visualizar alguna de las imágenes impresas en mi folleto de cómo rezar el rosario o alguna escena correspondiente al film La Pasión de Cristo. Y ni hablar de las distracciones. Cuando lo rezo camino a casa después del trabajo, me bombardean todo tipo de pensamientos muy lejanos de los misterios: “ Tercer misterio gozoso … ¿Qué era lo que tenía que recoger en la tienda?... Es este el Ave María 9 ó 10?... Me acabo de pasar una luz roja, pamplinas… ¡Lo siento, María!”

¿Porqué entonces persisto, si me es tan pesado?
Muy sencillo: no estaría donde estoy hoy en día si no fuera por la intercesión de María. He aquí mi historia: desde la edad de 11 años fui adicto a la pornografía. Todo empezó en la casa del mejor amigo de mi padre, mirando a hurtadillas una revistas Playboy escondidas en el sótano de esa casa. Ya a la edad de 25 estaba tan enganchado en la pornografía cibernética que esperaba angustiado que mi esposa saliera de casa para poder entrar en internet. Durante muchos años traté de dejar este vicio pero después de cada intento fallido, éste regresara con mayor fuerza hasta llegar al punto de rendirme ante él. 
 

 Un día, un amigo mío que ignoraba mi adicción me prestó un libro acerca de María y sus supuestas apariciones en Medjugorje. No estoy seguro si esas apariciones son auténticas, eso se lo dejo al criterio de la Iglesia. Sin embargo, puedo contarles sobre lo que sí es real: ese libro fue lo que finalmente me libró de mi adicción. Fue como si María me tendiera su mano desde esas páginas y me sujetara del cuello. Mientras leía el libro, sentí que ella muy seria me hablaba: 
¡Brian, debes dejar de ver esa basura, a partir de ahora!Mi madre terrenal apenas si me había regañado de niño, para ella yo había sido un buen hijo... Y ahí estaba yo, a la edad de 30, reprendido por mi Madre celestial de una manera que nunca antes había experimentado. “ ¿Qué es lo que quieres que haga?” le pregunté, impotente, volteando la página. “ Reza el rosario y lleva contigo el escapulario”. Gruñiendo le dije : ”¿El rosario? Ya lo he intentado antes, me aburre y no funciona para mí”. Pero María no aceptaba mi no por respuesta. “ Prueba una vez más” insistió… ¿ De qué se trataba esto del escapulario? ¡Ni siquiera tenía idea lo que era! Se me ocurrió que tenía que ver con los monjes de la Edad Media con la cabeza rapada. “ No me voy a afeitar la cabeza, María”. Seguí leyendo y luego comprendí mi error. “ Oh, de acuerdo, eso sí lo puedo usar”. Para saber más sobre el Escapulario >>>

Esa noche entré en internet y encargué el escapulario marrón de la Virgen del Carmen. Luego busqué el viejo rosario de mi abuela. Ahí estaba, en un cajón del tocador donde había permanecido olvidado por años como una vieja reliquia familiar. Lo tomé, me puse de rodillas y empecé a rezar. Así lo hice la noche siguiente y la siguiente. Hasta que me di cuenta que había rezado un rosario completo todas las noches durante una semana. De esto han pasado ya 7 años y me sigo fortaleciendo cada día. Apenas puedo contar con los dedos de las manos las veces que no pude hacerlo.

Es así que rezo el rosario y mi horrible adicción desapareció. Uds. pensarán: qué grandioso, y sí, en efecto lo es. Porque debo aclarar que me liberé de mi adicción y esto no ocurrió gradualmente... 
 Mi adicción desapareció esa primera noche que recité el rosario. Fue como si alguien hubiera entrado en mi cerebro, hallado el interruptor que decía: adicción pornográfica y lo hubiera apagado colocándolo en off. No puedo explicármelo, no soy terapeuta, pero sí sé que lo que me sucedió no es normal . No se deja una adicción de 19 años como si fuera un periódico viejo y a otra cosa. En el cerebro hay una hormona llamada epinefrina que se libera cada vez que uno ve pornografía, produciendo una dependencia muy similar a la de la cocaína. La epinefrina imprime las imágenes en el cerebro cual un quemador, razón por la cual podía recordar vivamente las imágenes que había visto cuando tenía 11 años como si fuera ayer... Y ahora habían desaparecido por completo de mi mente.

Volvamos al tema de porqué rezo el rosario diariamente y porqué pienso que todo el mundo lo debiera hacer. Es por quién lo pide: María, nuestra Madre Santísima, nos pide que lo hagamos. Y si ella lo pide, no interesa en verdad si no sacamos ( aparentemente) nada de ello y tampoco interesa si no entendemos cómo es que funciona.
Lo único que interesa es que ella, María, nos lo pide siempre!
Ella dice que necesita de nuestra ayuda y esta ayuda se la alcanzamos rezando el rosario. Dejen que ella se ocupe de los mecanismos. ¿Acaso los sirvientes de las bodas de Caná necesitaron entender cómo Jesús iba a solucionar la falta de vino? Pues no, solo necesitaron seguir el consejo de María. No creo que María se enfade si tomo prestadas algunas de sus palabras y digo con respecto al rezo del rosario: “Haced lo que ella os diga”.


Testimonio original en inglés (Brian Pessaro)>>>
Refugio de Misericordia >>>



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